22 nov 2011

Laos, la gran tentación

El tiempo se detiene. El ritmo del viaje se ralentiza hasta acariciar un placentero letargo del cual resulta difícil desprenderse. Enigmático y bello, Laos se presenta como la gran alternativa indiscutible en este lado del globo. Un diamante en bruto todavía por explorar.

Para comprender la singularidad de este país conviene recordar un pasado reciente que lo ha mantenido apartado hasta hace bien poco. Y es que hasta 1953 Laos formaba parte de la Indochina francesa junto a Vietnam y Camboya. A este bagaje colonial le siguió una guerra asediada por los incesantes bombardeos y el posterior comunismo del Pathet Lao.

La vida en este apacible rincón del Sudeste Asiático transcurre entre la calma de unos lugareños que componen un rico mosaico cultural fuertemente influenciado por el budismo de rama theravada. Adentrarse en sus entrañas supone sumergirse en un mundo de otro tiempo donde la tranquilidad sale al encuentro del viajero. Un lugar privilegiado donde se antoja la languidez del tiempo.

El sentido de atemporalidad invade el camino entre carreteras que desconocen el asfalto y donde cualquier distancia se alarga hasta perder la noción del tiempo. Y es en este punto precisamente, donde reside el encanto de Laos. Pero no termina ahí. Pues el genuino paisaje que lo circunda sorprenderá a más de uno. Un hallazgo que se hace de rogar tras una espesa bruma que arrasa con todo hasta donde la vista alcanza.

Como otras tantas veces, el trayecto es tan importante o más que el destino. Este territorio dominado por las omnipresentes montañas, acopla un sistema fluvial que facilita los desplazamientos a través de los encantadores afluentes que sobresalen del mítico río Mekong. Navegar por sus aguas permite disfrutar de un lienzo dibujado por un perfil montañoso y punteado por aldeas y pueblos de variopintas etnias que superan el centenar, cada una con su propia cultura, creencias, idioma e identidad. Rutas y caminos que nos acercan a un enriquecedor patrimonio etnográfico de altura que difícilmente nos dejará indiferentes.

Foto: Danuta-Assia Othman

Pasar un tiempo al arrimo de sus gentes regala al viajero grandes momentos enfrascados bajo el carácter relajado y el gran sentido del humor de los laosianos. Sin duda, la porción más suculenta del trayecto. Un lugar idóneo para saborear el transitar el tiempo en una geografía que se desparrama y se exhibe imponente al viajero. Ingredientes que cautivan y prometen no defraudar para beneficio de quien quiera disfrutarlo. Un magnetismo cocinado a fuego lento.

 Foto: Danuta-Assia Othman


 Foto: Danuta-Assia Othman

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Que reconfortante poder sentir ese nuevo (para nosotros)concepto de tiempo. Gracias por ser mis ojos. B7S

Danuta-Assia Othman dijo...

Sí, aunque a veces resulta complicado 'adaptarse' pues tienen otra noción del uso 'eficiente' del tiempo...gracias a ti! besos!

Anónimo dijo...

me alegro de ver como disfruta y como plasma con tu trabajo las bellezas del lugar...ET...

Danuta-Assia Othman dijo...

muchas gracias!! soy una suertuda por tenerte como lector! :)

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