16 dic 2011

Una ciudad pasada por agua

Rostros desdibujados por la lluvia caminan cabizbajos resguardados tras unos sombreros cónicos. Mientras, un cielo encapotado imprime la atmósfera de un gris perpetuo. Una bucólica estampa acompañada por unas calles semidesiertas que despiertan un encanto que sabe a nostalgia y a melancolía. Las voces de la ciudad acallan a la espera de poder continuar con sus quehaceres. Así es como llegué a la antigua ciudad imperial de los reyes Nguyen, Hue, una lluviosa y fría mañana.


Foto: Danuta-Assia Othman

Hue permanece bajo las órdenes de un tiempo que parece no dar tregua. Una situación que nos obliga a aparcar las ganas de empaparse de exteriores y a conocer el lugar desde dentro. No hay elección cuando la lluvia se convierte en compañera de viaje. El agua purifica y elimina todo lo accesorio ofreciendo una imagen virgen, desnuda, desprovista de artificios. Una alternativa que concede grandes beneficios y brinda al viajero la oportunidad de contemplar paisajes únicos. Y es que el atractivo de esta ciudad inmemorial se ve acentuado por la belleza natural de su emplazamiento, a orillas del legendarío Song Huong. Las tumbas de los antiguos emperadores y la majestuosa ciudadela dinástica aparecen empapadas sin perder un ápice de grandeza. Quizás así se disfrute mejor de una ciudad que respira historia por los cuatro costados. No en vano, nos encontramos en el centro cultural, intelectual e histórico del país vietnamita.


 Foto: Danuta-Assia Othman

La ruta prosigue por unas avenidas abandonadas temporalmente. Bicicletas y motos ponen la nota cromática con sus largos ponchos de llamativos colores. Vendedores ambulantes proliferan en cada esquina ofreciendo el producto estrella, a elegir entre un paraguas o un chubasquero. La humedad obliga a hacer un alto en el camino e invita a descubrir otros mundos. Aquellos que se desarrollan de puertas hacia dentro, dejando paso a la interacción y a las relaciones personales al arrimo de una buena taza de té vietnamita. Con la mirada puesta en la lejanía, los locales aguardan bajo cualquier repisa. Resulta difícil no acabar calado hasta los huesos. 

 Foto: Danuta-Assia Othman

En esta pequeña llanura encajonada entre el mar de la China Meridional y las altas mesetas de las montañas de Truong Son, el clima se vuelve impredecible y protagonista de unos días pasados por agua sin interrumpción. A cambio, el viajero se convierte en un espectador privilegiado frente a un decorado atípico. Un estado complejo que obliga al reposo e incita a la reflexión desde el taburete de cualquier comercio donde entrar en calor con una deliciosa pho, o sopa vietnamita. Una buena introducción a la gastronomía de un país que varía mucho de una región a otra. Solo tenemos que dejarnos llevar por su sabor, nuestro paladar lo agradecerá. 

Cae la noche en Hue. El ritmo aminora, no así la llovizna. Una condición que ya forma parte de su estado natural y que parece querer proteger del exceso a una ciudad  bombardeada durante la guerra. Unas tímidas farolas alumbran las calles mientras los pequeños comercios de comida empiezan a recibir a sus primeros clientes. Resulta curioso el efecto que ejerce la lluvia sobre el viajero. Un hecho inesperado que nos recibe forzosamente y nos obliga a reconsiderar nuestros pasos. Una oportunidad para reemprender nuestra dimensión del viaje y aprender de nuevo. Una experiencia que nos pondrá a prueba.


6 comentarios:

Purkinje dijo...

Interesante forma de descubrir la magnífica Hué... Un punto de vista bastante alejado del que conocimos nosotras, bullicioso y ajetreado, a 2 días de que comenzase su festival internacional...

Anónimo dijo...

cuando te leo, me parece la lluvia la mas bonita del mundo...ET..

Danuta-Assia Othman dijo...

Gracias Purkinje! Me hubiera gustado verla en su apogeo! :) Saludos

Danuta-Assia Othman dijo...

Gracias Tetev! :D

Anónimo dijo...

Estoy maravillado por tus fotos

Danuta-Assia Othman dijo...

y yo maravillada de que te maravilles!! jejeje gracias! :D

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