22 ene 2012

Divina creación

Todavía no ha amanecido. La oscuridad parece envolver los rincones de una ciudad que todavía duerme. El sueño me invade y dificulta cada movimiento. Con torpeza me cambio como puedo no sin antes darme una ducha de agua fría que me ayude a despertarme. Me vuelvo a asomar. La noche continúa en un cielo opaco causado por la ausencia de la luna. Por delante me esperan algo más de media hora a golpe de pedal por unos caminos donde la iluminación escasea y la prudencia se convierte en mi mejor compañera. Sin saber muy bien por dónde ir, enfilo mapa en mano un recorrido acompañada por otros madrugadores que como yo han decidido aventurarse desde bien temprano.

La incertidumbre de lo desconocido pronto da paso a una certeza que tranquiliza y se aleja de una probable desorientación. Extremo los sentidos en un intento de precaución que me proteja de la conducción temeraria que parece imperar en el Reino de Camboya. Sin dejar tiempo a los gorjeos propios del alba, el sonido de las bocinas acapara el ambiente somnoliento de las primeras horas del día. Los indicios de una densa vegetación confirman el final del trayecto y el comienzo de una visita única y espectacular. Me encuentro ante un tesoro arqueológico cuya belleza insólita y enorme complejidad provocan la admiración de todo aquel que lo visite: los templos de Angkor.
 


Foto: Danuta-Assia Othman 

 Foto: Danuta-Assia Othman

Son muchas las descripciones prodigiosas que a lo largo de la historia se han aproximado ocupando páginas enteras. Y es que cualquier intento no resulta suficiente para abarcar ese estadio superior de creación perfecta que parecen ostentar estos templos. Un lugar sublime donde saborear un despliegue de dimensiones imperiales al servicio de la devoción espiritual y la ambición creativa. Para enamorarse de esta imponente obra basta con poner un pie entre sus hipnóticas ruinas. Si los edificios son la memoria de una ciudad, Angkor Wat representa una grandiosa muestra que delata el talento de la civilización jemer entre los siglos IX y XIII.

El día avanza en este particular viaje al pasado, perdido en la memoria del tiempo. Las imponentes piedras que moldean y acarician la perfección conforman algo más que un complejo religioso de proporciones colosales, sino que además representan el corazón espiritual e identidad del pueblo jemer. No hace falta acercarse hasta aquí para darse cuenta de la presencia que simboliza Angkor. Desde la bandera hasta la cerveza bajo el eslogan de “My country, my beer”, los camboyanos exhiben con orgullo la que bien podría ser la octava maravilla del mundo. Una maravilla de genialidad arquitectónica y escultórica cargada de detalles cuya minuciosidad nos dejarán en un estado de perplejidad constante. 

Foto: Danuta-Assia Othman

Foto: Danuta-Assia Othman

Es innegable que las palabras están ahí, a la espera de ser escogidas aunque en ocasiones como esta valga más la pena abandonarse a su disfrute y a invitar encarecidamente a que otros lo hagan en esta mítica ‘ciudad perdida’. La fascinación rodea este espectáculo visual sin parangón donde lo mejor aguarda en las visitas repetidas. Un lugar donde empaparse de espiritualidad, misticismo, historia…y al mismo tiempo sentir el privilegio de ser espectador de esta arrebatadora imagen. Un refinamiento y una maestría que permanecen incólumes al paso del tiempo y sorprenden como un espejismo.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Grandioso Colosal te deja perplejo sobre la fuerza de las civilisaciones pasadas ET

Danuta-Assia Othman dijo...

es de lo más impresionante que he visto en mi vida!

Anónimo dijo...

¡Qué maravilla ¡,¡ Qué majestuoso u enigmático ¡.De nuevo, gracias por ser mis ojos. B7S

Danuta-Assia Othman dijo...

De nuevo, gracias a ti! :D Una experiencia absolutamente recomendable a todo aquel que viaje a Camboya...besotes!

manipulador de alimentos dijo...

increíble, ese templo es con diferencia el mas enigmatico y bonito que nunca vi

Psicólogos en Móstoles dijo...

que preciosas estatuas y que increíble lugar, gracias por compartir esto...

Ver la tele online dijo...

hola, siempre tengo en mente unas estatuas de cabezas así de ese tipo, pero gigantescas, recuerdo una foto de unos monjes sentados en la comisura de los labios de una de ellas. Alguien sabe de estas estatuas o estoy alucinando?

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