Bangkok, también conocida como 'La Ciudad de los Ángeles' tiene carácter y carisma. Un encanto ganado a pulso. No en vano nunca fue colonizada. Posee tantas caras como realidades, y todas ellas fascinantes. Moderna a rabiar, cada esquina es diferente y no deja indiferente. Y esto la hace descaradamente interesante. Prepárense porque se encuentran en una de las metrópolis más influyentes del Sudeste Asiático, donde los sentidos se estremecen y sobrecogen a partes iguales.
En esta capital amante del caos y lo exótico, la paradoja se asoma en cada esquina donde podemos observar la curiosa sintonía que entonan la tradición oriental y la modernidad occidental. Una particular melodía que le imprime una doble personalidad.
Bangkok ha ido creciendo de forma caprichosa hasta alcanzar una dimensión vasta y con cierto desbarajuste, amén de los aires disparatados del tráfico. Acompañada por una considerable tendencia a la verticalidad. En este sentido, autovías, callejuelas, canales y el skytrain se superponen en un enjambre de hormigón tridimensional. Por su parte, los puestos ambulantes representan una fuerte columna en la infraestructura de la ciudad. Hermanos de una arquitectura que combina el ladrillo y el cemento con el encanto de los palafitos de teca y el esplendor de su arquitectura de corte religioso.
Y es que la que fuera denominada la Venecia de Oriente (gracias a sus numerosos canales) alberga, a modo de embriagador cóctel, túk-túks por doquier, chillonas señales de neón, mercados flotantes, majestuosos templos, comercio para dar y tomar y rascacielos allá donde la vista alcanza. Aderezada por unos platos que harán las delicias de nuestro paladar. Todo ello, envuelto por el carisma y la congestión de sus bulliciosas calles que desorientará hasta el más avezado. Las lecciones, pues, se suceden a cada momento.
Y es que la que fuera denominada la Venecia de Oriente (gracias a sus numerosos canales) alberga, a modo de embriagador cóctel, túk-túks por doquier, chillonas señales de neón, mercados flotantes, majestuosos templos, comercio para dar y tomar y rascacielos allá donde la vista alcanza. Aderezada por unos platos que harán las delicias de nuestro paladar. Todo ello, envuelto por el carisma y la congestión de sus bulliciosas calles que desorientará hasta el más avezado. Las lecciones, pues, se suceden a cada momento.
Ying y Yang conviven a veces en perfecta armonía y otras no tanto. Pero el inconfundible carácter de sus ciudadanos bajo la doctrina del sanuk amortiguará cualquier situación. Un singular barómetro que se podría traducir como 'diversión' y que ocupa un primer lugar en su filosofía de vida. Con una mano en el nuevo milenio y otra profundamente espiritual, sus habitantes gozan de humildad y honestidad gracias a su naturaleza bondadosa (no exenta de rufianes y buscavidas).
Una ciudad enérgica y vibrante que nos aturdirá en más de una ocasión. Donde el dinamismo y el cambio azotan con frecuencia a esta metrópolis tropical, respetando empero unas tradiciones que hoy en día conserva intactas. Una ciudad donde los tiempos se fusionan. Bangkok sabe a esto y a mucho más. ¡Buen provecho!
2 comentarios:
Espero que no te hayan pillado las inundaciones. Suerte en tu aventura!
pues algo así...estoy en Malaysia hasta que vire el viento...muchas gracias!
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