19 dic 2011

Una travesía de postal

Imprevistos que merecen la pena y le recuerdan a uno la importancia de dejarse llevar por las recomendaciones de otros viajeros. Un encuentro con otras dos nómadas de inquietudes similares bastaría para embarcarse en una aventura que tendría su merecida recompensa en forma de un paisaje de belleza inigualable: Tam Coc. Como todo viaje inesperado, el listón de las expectativas pasa a segundo plano. Una situación favorable que potencia el efecto sorpresa donde el recuerdo se torna memorable y su huella, imborrable.


 Foto: Danuta-Assia Othman

La historia de este magnífico paraje natural se remonta millones de años atrás cuando solía estar conectado a la Bahía de Halong. La nuestra comenzó una mañana de diciembre. A golpe de pedal, saboreando lo propio en cada secuencia, nos fuimos abriendo paso entre unas carreteras poco acostumbradas a tropezarse con rostros desconocidos. Una repentina llovizna se interpuso a medio camino echando a perder las anotaciones que nos llevarían hasta nuestro destino. Un contratiempo de nuevo que, lejos de desanimarnos, nos proporcionó grandes momentos con los lugareños que nos íbamos encontrando.

Tras algo más de media hora subidas en unas destartaladas bicicletas llegamos a Tam Coc, cuyo nombre significa 'tres cuevas' en alusión a Hang La, Hang Cuoi y Hang Giua. Situado en los alrededores de la ciudad de Ninh Binh, este paraíso natural conserva intacto su magnetismo. Un lugar al que todavía, por suerte, no se encuentran las hordas de turistas. Un destino que suele pasar desapercibido al viajero de agenda marcada, que a menudo se ve eclipsado por la hermana mayor, la vecina Bahía de Halong. Para aquellos que decidan explorar a su aire el Vietnam más rural y tradicional, obtendrán el beneficio del hallazgo. Un recorrido que empieza en un pintoresco embarcadero y que nos mantendrá maravillados durante algo más de dos horas.

Foto: Danuta-Assia Othman

 Foto: Danuta-Assia Othman

La singularidad del lugar viene dada por las espectaculares formaciones de origen cárstico que sobresalen solemnes al abrigo de un frondoso verde. Las aguas del río Ngo Dong facilitan una navegación pausada en un bote a remo mientras extensos arrozales acompañan el recorrido a una y otra orilla. Un panorama que sorprende como un espejismo y que proporciona sensaciones mágicas e inéditas. Un entorno que en tiempos ya idos, sirvió de protección a las dinastías Dinh y Le en el s.X frente al enemigo chino.

El asombro que produce su arrebatadora imagen confirma las expectativas no esperadas. Tam Coc maravilla, asombra e invita a soñar en un placentero ambiente, cuyos ingredientes harán las delicias de todo viajero. Una travesía de belleza superlativa.

4 comentarios:

Suprafina dijo...

;)

Danuta-Assia Othman dijo...

:D

Anónimo dijo...

QUE MARAVILLOSO Y ENCATADOR LUGAR...BESOS...ET...

Danuta-Assia Othman dijo...

una experiencia inolvidable! Te hubiera encantado! Besotes

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