'Lo cierto es que somos viajeros literarios', apuntó con su resuelta pluma el novelista y escritor de viajes inglés Bruce Chatwin. Unas irrefutables palabras para quienes, como una servidora, apuntamos los primeros esbozos del viaje hacia un horizonte delineado y habitado por la siempre evocadora, fascinante y tentadora literatura de viajes.
Y es que nos encontramos ante un género al que encomendar las ensoñaciones de nuestros pasos, realicemos o no el anhelado viaje. Narraciones que a través de la fortaleza de la palabra han surcado los rincones de este planeta hasta hacerse un hueco en la narrativa del destino. Cicerones literarios, ríos de tinta que nos abren a experiencias perceptivas que muchos han utilizado en la construcción de sus recuerdos de viaje.
En este sugestivo universo, la balanza del género queda sobradamente descompensada hacia un compendio de obras que rezuman testosterona. Una desigual tradición cuyas raíces se remontan hasta el siglo XIX, tiempos en los que las mujeres eran consideradas 'una plaga en los viajes y en las exploraciones difícil de combatir', como declaró un periodista de The Times. Además de ser excluídas como miembros de numerosas instituciones científicas y geográficas. 'Su sexo y su entendimiento las hacen ineptas para la exploración y este tipo de trotamundos femeninos es uno de los mayores horrores de este fin de siglo XIX', expresarían algunos con franqueza brutal como el político conservador Lord Curzon. Un patrimonio considerado sólo para hombres al que las mujeres victorianas se enfrentaron y desafiaron con la valentía y la tenacidad de quien abraza a la temeridad y a la seducción de una ambulante vida.
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En un escenario cuya naturaleza está por encima del rostro femenino o masculino del viaje, cuesta creer la división reiterada de un fenómeno, el del viaje y su institucionalización, al que todavía le cuesta salir de la persistencia de la desigualdad de género en este camino de avances y retrocesos. ¿Hasta cuándo?
1 comentarios:
nuestro mundo:cockail de el hombre conquistador y la mujer conservadora:y visversa
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